1984. George Orwell desmenuza la dinámica del poder

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23 de mayo de 2019 a las 14:54

Duración: 18:26

Hoy hacemos juntas las columnas de Cine y Literatura a partir de la emblemática obra de ciencia ficción del escritor británico. Una de las novelas distópicas más importantes e influyentes, junto con Un mundo Feliz, de Aldous Huxley, y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. 1984 construye un mundo donde la sociedad está rígidamente estratificada en sectores altos, medios y bajos. Para mantener el orden y evitar toda rebelión que amenace los privilegios, la sociedad es controlada de manera totalitaria mediante estrategias que manipulan las emociones a través del miedo. Los excedentes económicos no son destinados al bienestar social sino a al derroche armamentista que alimenta la cultura de la guerra, una industria que no genera creatividad, que no educa ni construye, sino que somete, domina y embrutece a través del fanatismo y el odio. Se construye la figura de un enemigo amenazante para fortalecer la vigilancia y la dominación, y enaltecer la figura de un líder salvador que supuestamente trabaja para toda la comunidad. El control es total. La burocracia es monstruosa. La auto propaganda es abrumadora. Hay cámaras y micrófonos que todo lo ven y todo lo escuchan. La policía del pensamiento patrulla la más profunda intimidad de las personas. Está prohibido el amor por fuera del amor al partido. No se puede sentir más que devoción por el Partido Único. No se puede sentir. Se promueve la traición hacia el que piensa distinto. La realidad y la historia se construyen con argumentos que sólo favorecen al Gobierno. La guerra es un imposible, un conflicto sin fin que no se pretende ganar pero tampoco perder. El objetivo es que la guerra sea permanente. El lenguaje es tergiversado para que la población pierda la referencia de todo: en el Ministerio del Amor se tortura, en el Ministerio de la Paz se perpetúa la guerra, en el Ministerio de la Abundancia se planifica la miseria, y en el Ministerio de la Verdad se falsea la realidad para que el Gobierno tenga siempre la razón. Los funcionarios deben practicar el doble pensamiento o bipensar: porque para que las grandes mayorías se crean la farsa, también se la tiene que creer quien difunde el mensaje. Saben que están mintiendo, pero son tan serviles y fanáticos que creen en la necesidad de esas mentiras y eventualmente las terminan asimilando. La esquizofrenia total para el fanatismo del poder. 1984. Una novela épica, imperdible. Una película que recrea un mundo sórdido y marchito pero que revela una verdad inapelable: donde hay poder, también hay resistencia. Una obra cumbre que desmenuza con maestría las herramientas de dominación y los mecanismos de control que desde la oscuridad utilizan para someternos.

Creado por Imaginacionespoder

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