06 de junio, 2019 15:08
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Cuando la música propone otra vida propia, es posible transitarla gracias a la voluntad, el amor y la pasión que da esa entrega, esa nueva mirada. Un sonido que quizá nos remita al litoral argentino, o a una carpa carnavalera de nuestro suelo, pero que es inmensamente universal, y que una latinoamérica profunda que se siente en ella nos puebla de colores y de aire, como ese mismo aire que respira en el interior de su fueye. Vero, lo lleva a cuestas, no como un peso sino como quien abraza a quien se ama. Bienvenida Verónica Méndez. Leer más
Cuando la música propone otra vida propia, es posible transitarla gracias a la voluntad, el amor y la pasión que da esa entrega, esa nueva mirada. Un sonido que quizá nos remita al litoral argentino, o a una carpa carnavalera de nuestro suelo, pero que es inmensamente universal, y que una latinoamérica profunda que se siente en ella nos puebla de colores y de aire, como ese mismo aire que respira en el interior de su fueye. Vero, lo lleva a cuestas, no como un peso sino como quien abraza a quien se ama. Bienvenida Verónica Méndez.